El fenómeno de la confabulación (Vol. II): modelos teóricos

El fenómeno de la confabulación (Vol. II): modelos teóricos


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Las confabulaciones se pueden definir como falsos recuerdos resultado de un problema de recuperación, de los que el paciente no es consciente y cuya creencia en la veracidad del recuerdo es genuina [1].

En un post anterior se expusieron brevemente los tipos de confabulaciones, la neuropatología subyacente y los mecanismos cognitivos que contribuyen a su manifestación. En esta segunda entrega de la serie se revisan de forma sintética los principales modelos que desde la neuropsicología se han propuesto para explicar las confabulaciones.

Modelos teóricos de las confabulaciones

Los primeros modelos que se propusieron para tratar de explicar las confabulaciones, las consideraban como un mecanismo compensatorio, resultado de la necesidad de rellenar lagunas de memoria. Hoy en día, sin embargo, esta explicación ya no se contempla, aunque algunos modelos motivacionales actuales aluden a procesos emocionales para explicar su contenido [1].

Dentro de las explicaciones neuropsicológicas se puede hablar en general de dos grandes grupos de modelos teóricos: los modelos de temporalidad y los modelos de recuperación [1].

1.1. Modelos de temporalidad

Los modelos de temporalidad conciben la confabulación como resultado de una distorsión del sentido de la cronología o confusión del orden temporal, de forma que los pacientes que confabulan pueden recordar el contenido de los acontecimientos pero no la secuencia en la que ocurrieron. Esta explicación se desarrolló a partir de la observación de que en muchos casos se puede rastrear la confabulación hasta dar con su origen en un recuerdo verdadero que está mal situado en el tiempo.

Dentro de esta perspectiva hay distintas propuestas:

  • El grupo de Dalla Barba sostiene que las confabulaciones reflejan una consciencia de la temporalidad personal alterada. Bajo su enfoque existe una consciencia temporal que consta de tres dimensiones (pasado, presente y futuro) y sugieren que los pacientes que confabulan mantienen la conciencia de un presente, un pasado y un futuro, pero debido a un déficit en la capacidad para adscribirlos recuerdos a momentos concretos en el tiempo, los confunden dentro estas tres dimensiones; de modo que los hábitos y el conocimiento semántico se incorporan como eventos personales [1] y al mismo tiempo, cuando se les pregunta acerca de recuerdos recientes o prospectivos, tienden a responder con rutinas o hábitos de la memoria a largo plazo, independientemente de su relevancia en el presente [2].
  • Para Schnider y su grupo, las confabulaciones de tipo espontáneo (ver las clasificaciones de confabulación, en el volumen I de esta serie) son el resultado de una confusión de la realidad actual con acontecimientos pasados, derivada de la incapacidad para suprimir información que fue relevante en el pasado pero es irrelevante en el momento en curso. Así, plantean que el mecanismo alterado de forma primaria es la supresión y que este déficit tendría lugar antes de que el contenido del recuerdo pueda ser reconocido, lo cual explicaría la convicción con la que los pacientes que confabulan mantienen la veracidad de los recuerdos [1, 2]. Al mismo tiempo señalan que el área cerebral implicada de forma clave en las confabulaciones espontáneas es la corteza prefrontal orbitofrontal.
  • Un caso más general de la hipótesis de temporalidad sería la teoría de monitorización de realidad y de fuente, que entiende que las confabulaciones resultan de una incapacidad para determinar la fuente y el contexto en el que se adquirieron los recuerdos. En concreto, la monitorización de la realidad alude a la capacidad de discriminar el recuerdo de una percepción del pasado de un acto de imaginación del pasado, y la monitorización de la fuente al proceso que permite distinguirlas diferentes fuentes de información de un recuerdo (el medio y las modalidades sensoriales a través de las cuales fue percibido) y especificar las condiciones contextuales bajo las que se adquirió (contexto temporal, espacial y social). Desde esta perspectiva, la producción de confabulaciones puede deberse a fallos en diferentes mecanismos, incluyendo la codificación, recuperación, motivación y evaluación de los recuerdos y por tanto, habría diferentes déficits que podrían dar lugar a confundir recuerdos generados internamente (recuerdos de actos de imaginación del pasado) con recuerdos generados externamente (eventos reales del pasado).

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1.1.1. Limitaciones de los modelos de temporalidad y monitorización de realidad y de fuente

La principal limitación de la hipótesis de la temporalidad que se ha señalado [1, 3] es que la descontextualización temporal no es específica del fenómeno de la confabulación, ya que se ha observado confusiones en esta dimensión tanto en confabuladores como en pacientes amnésicos que no confabulaban.

Por otro lado, la evidencia empírica que apoya los modelos de temporalidad procede de estudios sobre confabulaciones que afectan a la memoria episódica y por tanto, estas teorías no pueden explicar las confabulaciones fantásticas, ni las que afectan a la memoria semántica [1].

Asimismo, se ha señalado que a partir de los estudios que han puesto a prueba la hipótesis de la monitorización de la fuente, se puede concluir que tampoco el déficit en esta capacidad es específico de las confabulaciones (puede ocurrir en pacientes sin confabulaciones) ni las predice [1]. Otro argumento en contra de esta explicación es que existe cierta discrepancia entre las estructuras anatómicas implicadas en la monitorización de la fuente (áreas dorsolaterales de la corteza prefrontal) y aquellas identificadas como cruciales para las confabulaciones (áreas orbitomedial y ventromedial de la corteza prefrontal) [1].

1.2. Modelos de recuperación

Las teorías de recuperación aluden a la naturaleza reconstructiva de la memoria. Según estos modelos las confabulaciones podrían ser el resultado de déficits específicos en el mecanismo de recuperación, más que de alteraciones en los procesos de codificación, consolidación o almacenamiento [1].

La evidencia más sólida a favor de esta hipótesis es que afecta tanto a los recuerdos retrógrados como a los anterógrados, no obstante, dado que la recuperación no es un proceso unitario, se hace necesario especificar qué componente de la recuperación falla para dar lugar a las confabulaciones [1].

Dentro de este grupo de modelos existen dos principales:

  • Gilboa y Moscovitch, dentro de su modelo global de la memoria, distinguen dos tipos de procesos de recuperación: la recuperación asociativa o dependiente de claves (un proceso relativamente automático) y la recuperación estratégica.

En la recuperación asociativa, una clave próxima interactúa de forma automática con la información almacenada en la memoria para recuperar el recuerdo que se busca y otros recuerdos que a su vez sirven de claves para más búsquedas. La clave activaría directamente grupos neuronales del lóbulo temporal medial y el neocórtex posterior conjuntamente.

Los procesos de recuperación estratégica se aplicarían cuando el proceso de recuperación dependiente de clave es inefectiva. Estos procesos estarían mediados por distintas áreas del córtex prefrontal y engloban:

  • Establecer el modo de recuperación.
  • Utilizar conocimientos generales y personales para cercar la búsqueda.
  • Supervisar, lo que implica evaluar y verificar la precisión del recuerdo recuperado.
  • Situar el recuerdo recuperado en el contexto espacio-temporal apropiado en relación a otros eventos.

De esta manera, errores en la recuperación dependiente de claves podrían dar lugar a confabulaciones, pero no son una condición necesaria para su manifestación. En los pacientes confabuladores a menudo falla la puesta en marcha del proceso recuperación estratégica, pero también distintos fallos en los demás subprocesos podrían dar lugar a distintos tipos confabulaciones, explicando así este modelo las confabulaciones tanto espontáneas como provocadas.

  • Burgess y Shallice elaboran su explicación de las confabulaciones a partir del análisis de los protocolos de recuerdos autobiográficos de voluntarios sanos, y proponen que la disfunción del contexto temporal es parte del proceso de monitorización y evaluación.

En su modelo de recuperación estratégica identifican 3 componentes:

  1. Procesos de descripción, que especifican el tipo de trazo que satisface las demandas de la tarea de recuperación
  2. Procesos de edición de recuerdos, que comprueban continuamente que los diferentes recuerdos recuperados se ajustan unos a otros y también a las demandas de la tarea
  3. Procesos mediadores, que son procedimientos generales de estrategia y solución de problemas que intervienen en la supervisión de la adecuación y la plausibilidad de los recuerdos recuperados pero, que en sí mismos, no son procesos específicos de memoria.

Según esta propuesta, los déficits en los procesos de descripción, edición y mediadores dará lugar a distintos tipos de confabulación.

1.2.1. Limitaciones de los modelos de recuperación

Como se ha señalado, a partir de estos modelos se podría espera un peor rendimiento en tareas de recuerdo que en tareas de reconocimiento, así como deterioro en procesos ejecutivos específicos tales como el inicio de respuestas (de búsqueda) y dificultades de supervisión e inhibición de respuestas inapropiadas [1].

Sin embargo los distintos trabajos sobre correlatos neuropsicológicos de las confabulaciones no son consistentes, de forma que aunque parece que la evidencia sugiere que en el fenómeno de las confabulaciones intervienen tanto déficits de memoria como ejecutivos, aún no se ha esclarecido suficientemente a qué procesos concretos dentro de estas funciones se debe la confabulación [1, 4].

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Bibliografía

  1. Lorente-Rovira E, McKenna P, Berrios G, Villagrán-Moreno JM,Moro-IpolaM (2011). Confabulaciones II: modelos explicativos. Actas EspPsiquiatr, 39(6):384-92.
  2. Glowinski R,Payman V &Frencham, K. (2008). Confabulation: a spontaneous and fantasticreview.Australian and New ZealandJournal of Psychiatry, 42:932-940.
  3. Metcalf K, Langdon R, Coltheart M. (2007). Models of confabulation: a criticalreview and a new framework. CognNeuropsychol, 24(1):23-47.
  4. Lorente-Rovira E, McKenna PJ, Berrios GE, Moro M, Villagrán JM (2011). Confabulaciones (I): Concepto, clasificación y neuropatología. Actas EspPsiquiatr, 39:251-9.

 

Lidia García Pérez

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