Sluggish Cognitive Tempo: ¿trastorno o 'dominio'?

Sluggish Cognitive Tempo: ¿trastorno o ‘dominio’?


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En el año 2008 el National Institute of Mental Health (NIMH) inició el proyecto Research Domain Criteria(RDoC) para plantar cara de forma contundente a los sistemas diagnósticos psiquiátricos basados en categorías politéticas (como los DSM de la APA) o monotéticas (como las CIE de la OMS).

El RDoC propone un nuevo modelo de investigación en psicopatología basado en la búsqueda de “dominios”, es decir, dimensiones bioconductuales evolutivas (presentes en modelos genéticos, neurobiológicos, conductuales, ambientales y experimentales) medibles de forma fiable y válida en todas las personas, y en las cuáles sólo los extremos representarían anormalidad.

El RDoC surgía claramente con la idea de influir en cambios profundos en el DSM-5, cuya elaboración estaba en esos momentos en marcha. Los informes de los primeros grupos de trabajo colgados en la web de la APA parecían tener sensibles cambios. Hasta seis libros blancos y otros tres adicionales parecían abrir la puerta a un diagnóstico basado más en vías patofisiológicas y en investigación básica abandonando la tradicional postura ateórica. Sin embargo, como todos sabemos, al final el DSM-5 ha mantenido su tradición inmutable.

Sin embargo, la batalla abierta no ha cesado, y se sigue librando en las asociaciones, las reuniones científicas, las revistas de alto impacto, en los medios de comunicación y, por supuesto, en los blogs.  La propuesta del RDoC es compleja, puesto que más bien se presenta como un “paradigma” para la investigación en psicopatología, pero a la vez también pretende acabar siendo un sistema taxonómico. La clave está en el desarrollo de los «dominios» y, dada las condiciones que se exigen para ser definidos, no está siendo una labor fácil. Pero, por poner sólo dos ejemplos, la memoria de trabajo y la regulación emocional encajan bien. Las dos dimensiones están presenten en casi todos los modelos antes mencionados y además son dimensiones continuas que, por sí mismas, no implican la presencia de psicopatología alguna, pero en los extremos  sí que se relacionan con diversos problemas y trastornos. Existen otras muchas dimensiones acoplables a dominios, pero algunas están en un estado incipiente o incluso nebuloso, lo cual podría ser el caso del Sluggish Cognitive Tempo (SCT o Tempo Cognitivo Lento).

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Tempo Cognitivo Lento

Ponemos sobre el papel al SCT puesto que en los últimos años se ha disparado el interés sobre el tema. Más de 50 publicaciones en revistas de alto impacto en los últimos cinco años refuerzan esta idea, e incluso en nuestro país en los próximos meses se leerán varias tesis sobre esta dimensión y desde hace ya un tiempo se están desarrollando proyectos financiados. El interés recuperado por el SCT (dimensión ya definida a mediados de los años ochenta) sin duda fue paralelo a la elaboración del DSM-5, y en concreto a la posibilidad abierta de definir un subtipo inatento puro dentro (o fuera) del TDAH.  Esta posibilidad, que durante casi dos años parecía una evidencia al final se desvaneció, pero no así el interés por el SCT.

Esta dimensión define a una persona caracterizada por una alerta inconsistente y especialmente por un pensamiento y un comportamiento enlentecido (hipoactivos, apáticos, somnolientos, embotados, en “su mundo”, etc.).  Ya disponemos de varias medidas conductuales fiables y válidas que han demostrado que, incluso controlando la influencia del TDAH (SCT se relaciona inevitablemente con su medida de inatención), la dimensión es capaz de predecir más problemas en depresión, en interacción social, en rendimiento académico e incluso en ansiedad, siendo “protectora” frente a las conductas problema externalizadas. Todo ello ha llevado a algunos autores de renombre, como Russell Barkley, a proponer la definición de un Trastorno por Déficit de Concentración, a la vez que se suceden las publicaciones intentando demostrar el fundamento clínico del SCT. Pero, la cuestión es, ¿realmente investigamos en SCT para introducir otro “trastorno” más en la lista del DSM o la CIE?

Algunos investigadores jóvenes pero reconocidos, como Stephen Becker, dudan que hayamos llegado ya a este punto, o que incluso que este sea el “punto”. Y aquí es donde podemos ligar el SCT con el proyecto RDoC. Los datos hasta ahora hallados con el SCT son de un interés clínico innegable, pero en la práctica hay que reconocer que es muy difícil “diagnosticar” personas con SCT que estén desligadas del TDAH inatento u otros problemas en el ámbito de los trastornos del estado de ánimo, de sueño, etc. Tal vez sea más prudente, y útil, reforzar la investigación del SCT en el campo de los dominios del RDoC.

De momento ya tenemos datos que nos indican que es una dimensión continua y evolutiva, detectable en población normal, y que sólo en puntuaciones extremas se relaciona con problemas comportamentales o de rendimiento, incluso a veces más como mediador a través de otras dimensiones que con un efecto propio, aunque esto está todavía por demostrar. Todavía hay que investigar mucho en diversos campos, especialmente en el genético o el neuropsicológico, para poder acercar al SCT a los dominios del RDoC. Pero el camino está abierto, no sólo para el SCT, evidentemente, sino para una nueva aproximación a la investigación y al diagnóstico psicopatológico.


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