
La memoria y sus sistemas: un concepto no unitario
Una de las capacidades cognitivas básicas sobre las que se sustenta la adaptación del ser humano a las demandas ambientales es la memoria. De hecho, este proceso cognitivo se estudia desde muchos campos de conocimiento, no sólo psicológicos. Desde que se desechó el concepto unitario de memoria –que definía la memoria como un sistema único e indivisible –, cada vez son más los estudios, englobados en distintas disciplinas y metodologías, que exploran los diferentes sistemas mnemónicos. Éstos han sido recogidos y clasificados, tanto en los enfoques clásicos como en los actuales, atendiendo a dos factores principales: al curso temporal de la memoria, por un lado y al tipo de información almacenada, por otro.
Según su curso temporal, se cree que la formación de la memoria sigue una progresión desde una forma breve e inestable, que tiene lugar inmediatamente después del aprendizaje hasta una forma más estable y duradera, que tiene lugar tras un período de tiempo más o menos largo desde la adquisición de la información. Entre estos dos extremos se forma un continuo que alberga diferentes tipos de memoria: memoria sensorial, memoria a corto plazo, memoria de trabajo y memoria a largo plazo. Estos almacenes de memoria se engloban dentro de los modelos “multialmacén o multisistema” de la memoria y se diferencian entre sí por la capacidad de información que permiten y por la duración que la información permanece en sí mismos.
Por otro lado, estos tipos de memoria se consideran procesos continuos que engloban etapas específicas.
Etapas específicas
- Adquisición: aprendizaje.
- Consolidación: memoria.
- Recuperación.
- Re-consolidación: Es la más reciente. Numerosos estudios neurobiológicos han respaldado su independencia.
La distinción según el material que engloba el sistema de memoria se ha basado generalmente en el estudio de pacientes con lesiones cerebrales concretas. Específicamente, se observó que pacientes con lesiones concretas poseían alteraciones específicas de la memoria. Por ejemplo, el paciente J.P. tenía dificultades para incrementar el rendimiento en tareas que dependían de la repetición y la exposición de habilidades adquiridas previamente, mientras que otras habilidades permanecían intactas; siguiendo con el ejemplo J.P., éste era capaz de evocar de forma consciente un hecho pasado. De esta especificidad de la memoria surgió otra clasificación de la memoria basada en el contenido de la información que supuso la escisión de la memoria a largo plazo en dos tipos: la memoria declarativa o explícita y la memoria no declarativa o implícita.
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Memoria a largo plazo
Memoria declarativa o explícita
La memoria declarativa se encarga de codificar la información sobre acontecimientos biográficos y sobre el conocimiento de eventos concretos. En este sentido, conlleva un esfuerzo por la persona para recordar información previamente acontecida, también denominado recuerdo intencional. Generalmente, su recuerdo suele estar motivado por algún estímulo evocador que estuvo presente en el momento de la codificación de la información y que facilita la evocación. Los tres sistemas englobados dentro de la memoria declarativa son la memoria semántica, la memoria episódica y un tipo especial de memoria que será objeto de esta tesis, la memoria de reconocimiento.
Memoria de declarativa o implícita
Por otra parte, la memoria implícita implica las habilidades o destrezas perceptivas, motoras y cognitivas que ya han sido adquiridas y que sólo se pueden recuperar a través de la acción, siendo imposible de “declarar” verbalmente. En este caso, el recuerdo se cuantifica de forma diferente, en concreto, se afirma que hubo aprendizaje implícito si se produce un aumento del rendimiento en determinadas tareas.
Por tanto, este tipo de memoria se observa cuando hay cambios en el comportamiento debidos al aprendizaje previo del que la persona no es consciente. Algunos ejemplos de memoria implícita son el condicionamiento clásico, los mecanismos de priming y la memoria procedimental.
Conclusión
Globalmente, se concluye que la memoria no es un sistema unitario indivisible sino que se conforma por diferentes sistemas funcionales que difieren en su curso temporal, en el contenido de la información almacenada y, además, en las bases neurales que los sustentan.
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Bibliografía
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